¿Sigues postergando tus metas a pesar de tener mucho
más tiempo libre? ¿Te has planteado que se pueda deber a tu "flojera"? Pues
seguramente la razón sea otra muy distinta.
Los ritmos de vida han cambiado para todos,
ocasionando una alteración en nuestra rutina que, en casi la totalidad de las
personas, jamás antes se había vivido con tal brusquedad. Este cambio de rutinas además viene
acompañado con una inestabilidad general en nuestros círculos más cercanos, que
provoca una incertidumbre que se contagia y que es difícil frenar.
Si ahora tengo tiempo, ¿Qué excusa me pongo? Es la
frase que más de uno se habrá planteado cuando observa que la mayor parte del
tiempo libre, que ahora es mucho, lo gasta haciendo “nada”. ¿Por qué? Porque,
aunque ahora tengas más tiempo que nunca, no estás preparado emocionalmente.
La procrastinación, aunque muchos lo asocien a
cansancio o "flojera", es un componente principalmente emocional. Fuschia Sirois,
profesora de psicología en la Universidad de Sheffield ya lo explicaba: “Las
personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica
debido a una incapacidad para manejar estados de ánimos negativos en torno a
una tarea”.
Es decir, seguramente la tarea o la meta que llevas
tiempo intentando alcanzar te provoca un estado de ánimo negativo que te
induce, casi inconscientemente, a realizar otro tipo de actividad. No es
ausencia de habilidad para gestionar el tiempo, sino una técnica de huida hacia
aquello a lo que te cuesta enfrentarte. Piensa, ¿No requiere el mismo tiempo
reordenar tu estantería de libros que empezar con esa rutina de gimnasio que
llevas tiempo postergando? Seguramente sí, e incluso es muy probable que una cosa
sea igual de cansada que la otra. ¿Por qué entonces no nos enfrentamos a la
tarea en cuestión? Porque esa tarea lo más seguro es que tenga asociado un
estado de ánimo negativo que no quieres experimentar: Aburrimiento,
inseguridad, frustración, …
Por ello, ahora en este periodo de cuarentena es muy
posible que seamos incapaz de afrontar una tarea que requiera añadir cualquier
emoción negativa a las que ya experimentamos debido al aislamiento y a la
inestabilidad percibida en el mundo. Suficiente tarea tenemos gestionando las
emociones derivadas de esta crisis sanitaria, como para ahora añadir la gestión
de emociones de otras tareas que de momento puedes evitar.
¿Significa esto que puedo procrastinar sin sentirme
culpable? NO, significa que debes gestionar primero tus emociones derivadas de
esta crisis antes de lanzarte a un nuevo objetivo.
¿Qué es lo primero que hicimos ante esta crisis
sanitaria? Pues seguramente procrastinar nuestras emociones. Ocupamos nuestro
tiempo con juegos, salidas al balcón, "memes", videollamadas con amigos, retos y
toda una serie de actividades que en nuestro día a día, aunque nos pillara en
esos días de no hacer nada, no hubiéramos hecho. Esto es debido a que
intentamos administrar con urgencia esos estados negativos alargando el momento
de afrontar nuestras emociones sobre la situación real, ya, que muchas
veces, detrás de esas emociones nos tenemos que enfrentar a sentimientos relacionados
con nuestra autoestima, inseguridad, ansiedad, etc.
Quizás salir a cantar al balcón sea una muy buena
idea ante la alternativa de empezar a pensar cómo voy afrontar esta situación.
Sin embargo, esas emociones siguen ahí y estarán cuando te toque enfrentarte a
ellas. Por ello, aunque ahora notes ese alivio temporal de satisfacción que
provoca esa tendencia a la procrastinación, llegará el momento en que tengas
que enfrentarte a la situación sino quieres que se produzcan consecuencias en
tu productividad, en tu salud física y mental.
La procrastinación es el reflejo de nuestra sociedad,
la tendencia de nuestra mente de dar prioridad a las necesidades a corto plazo.
Pero, ya sabemos que esto solo ocasiona que nos acabemos sintiendo peor a largo
plazo. Además, está comprobado que, en situaciones de estrés como la
actual, nuestra capacidad para tomar decisiones bien analizadas y orientadas al
futuro es casi misión imposible, sino que se lo digan a los gobiernos de todo
el mundo. Esto se debe a que la amígdala actúa como un “detector de amenazas”
que hace que prefiramos eliminar la tarea, aunque sepamos que esto nos va a
provocar más estrés a largo plazo.
Por tanto, debemos entender que la procrastinación es
un asunto emocional, no de productividad. Así que debes centrarte en aprender a
gestionar tus emociones de una forma diferente hasta como ahora lo hacías, más
que dedicarte a hacer mil planning semanales o practicar la décima técnica de
autocontrol que te has aprendido en un tutorial.
¿Cuándo podremos salir de esta procrastinación? Cuando
las recompensas de realizar la tarea sean más fuertes que las obtenidas por
evadir la situación. Debemos aprender a gestionarnos de forma interna y, para
ello, muchas veces necesitaremos apoyarnos en un psicólogo que nos empiece a
marcar el camino para remar en la buena dirección.
¿Qué meta has cumplido en este periodo de cuarentena? ¡Deja tus comentarios!
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