miércoles, 2 de octubre de 2013

¿Por qué somos fieles?

 


Normalmente la fidelidad se suele estudiar desde un punto de vista en el cual nos cuestionamos las razones por las que alguien acomete una infidelidad. Si tenemos en cuenta el mundo natural, somos el único animal que se cuestiona la fidelidad hacia una sola pareja atribuyendo esto a la razón y la cultura que nos forma como individuos. Pero bien, ¿Qué razones nos llevan a la fidelidad? La posesión en el ser humano es algo innato, no podemos poseer a nuestra pareja pero podemos limitar su libertad. El afán del ser humano por tenerlo todo controlado y bajo su dominio hace que históricamente* hayamos visto la fidelidad como una herramienta en la que poder catalogar a alguien como nuestro y prohibiendo que nadie más pueda disfrutar de lo más intimo de esa persona. Es aquí cuando observamos dos teorías sobre la fidelidad. La primera, la más popularizada y razonada que nos han inculcado históricamente a través del romanticismo, donde el ideal de pareja se fundamenta en la atracción mutua y fidelidad por el cual ninguna de las partes tiene la necesidad de experimentar el sexo con otras personas, ya que su amor le impide pensar en tener sexo con otra persona que no sea con aquella de la que está enamorada. Luego, desmontando un poco la teoría romántica analizamos otros factores de los que no se suelen hablar a la hora de cuestionar la fidelidad.
  • Inseguridad: La inseguridad en nosotros mismos podría resultar el factor principal por la cual nos refugiamos en la fidelidad. El miedo a que nuestra pareja conozca a otra persona mejor que nosotros que provoque la ruptura se potencia más que la propia infidelidad en sí. Hablamos de la confianza en la otra persona, pero esta se puede enfocar desde muchos puntos de vista y es que la confianza en la otra persona se basa en la verdad y en la sinceridad mutua, pero si las relaciones fuera de la pareja no fueran visto desde un punto de vista cultural como algo malo y dañino podría entrar dentro de esta confianza.
  • Egoismo: El egoísmo se encuentra innato en nosotros enlazados con esa necesidad de poseer. Y es que muchas personas que han sufrido una infidelidad les llega a doler más que hayan tocado algo suyo, que la infidelidad en sí. “No toques eso que es mío” se generaliza a todos los campos de nuestra vida, y por ello el sentimental no podría ser menos.
  • Deseabilidad social / modelaje: Nos queremos sentir aceptados en la sociedad y en nuestro grupo de iguales, por ello solemos adoptar las mismas posturas que nuestros iguales. Muchas veces perdonar una infidelidad o ver está como algo normal nos puede llevar a crear situaciones de desconcierto, crítica o incomprensión por parte de nuestro entorno. Cornudo/a, mujeriego, guarra es lo que solemos escuchar cuando nos enteramos de una infidelidad de otra persona, además con un acento machista ya que son las mujeres las que se suelen sentir más atacadas ante estos casos.
  • La necesidad de compartir algo único como el elemento que hace especial una relación. Muchas relaciones se refugian en el sexo como eso especial que solo comparten entre ellos y que no es accesible para nadie más. Muchas parejas no son capaces de crear esa relación especial más allá de la práctica de sexo, por eso tienen el miedo de que si eso también se comparte no haya nada especial en la relación. Es en ese punto cuando deben pensar que si el sexo es el centro de esa relación especial, si deberían cuestionarse entonces si realmente esa persona te llena como pareja.
La verdad es que vivimos en una sociedad donde la infidelidad es practicada por muchos, pero confesadas por pocos. Sea por algo cultural o natural, seguimos viendo la fidelidad como algo imperdonable en la pareja y vergonzoso de reconocer, con lo que se seguirán cometiendo en la clandestinidad y secretismo de nuestro círculo de amigos con miedo a ser criticados. Sin embargo, otras parejas viven las relaciones esporádicas como algo natural en su relación intima aprobando y aceptando la libertad para romper la rutina diferenciando la confianza y el amor hacia una persona del sexo propiamente dicho. Pero es aquí donde cada uno de nosotros nos debemos analizar y reconocer que ya sea por la cultura que ha marcado nuestra personalidad o por nuestra naturaleza podamos ver la fidelidad como algo esencial o no en nuestra pareja. En cualquiera de los casos siempre quedará el dicho de “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

*Históricamente no siempre esto fue así, ya que en otras culturas como la de la antigua Grecia estaba bien visto que una persona pudiera usar a sus esclavos para satisfacer sus instintos sexuales.

Daniel Mestre Flores
Daniel Mestre Flores

Psicólogo, educador y creador de Centro Haiku. Durante años he buscado llegar a la mente hasta que comprendi que la mente está en cada una de las pequeñas cosas de la vida.

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