Una de cada cuatro
personas en el mundo presenta o presentará algún tipo de trastorno mental (OMS,
2001b). Esto se traduce a que uno de cada cuatro personas tendrá un factor de
riesgo alto de sufrir exclusión social.
Ante unos datos que
nos revela que el 25% de la población es probable que sufra algún tipo de
trastorno mental a lo largo de su vida se nos plantea una realidad ya palpable
de que debemos estructurar nuestra sociedad para que todos tengamos un hueco en
ella sin sufrir de abandono o exclusión social.
Muchas de las
investigaciones y estudios que podemos encontrar se centran en cómo conseguir
una buena inserción de personas con problemas mentales al mundo laboral, al
colegio, a la sociedad en general. Sin embargo, dejamos de lado un elemento
esencial y de gran poder para ayudar a esta inserción, la educación. Para
conseguir empatizar y entender este tipo de trastornos debemos trabajar desde
la educación, la comprensión es la herramienta más fuerte de aceptación.
Por ello debemos
jugar con esa herramienta para actuar desde la infancia en que esta inserción
sea un proceso natural que sale de la misma persona más que como un esfuerzo de
asimilación a una situación extraña. ¿Cómo se consigue eso? Eliminando lo
extraño desde la educación de los más pequeños. Hoy en día es frecuente que en
clases un niño con Síndrome de Down, con el espectro autista o cualquier otro
tipo de enfermedad mental comparta clase con otros niños que muchas veces rechazan a
estos niños por ser diferentes. Pero si creamos clases educativas donde desde
el colegio se eduque a todos los niños a ver la diferencia como algo normal, e
incluso positivo, más que como algo a rechazar ayudaremos a crear una sociedad
el día de mañana preparada para convivir de manera natural y sin que necesite un
esfuerzo extra integrar a este colectivo a ciertos sectores.
La oportunidad esta
ahora con nuestro futuro, con los niños que ahora nacen con la posibilidad de
tener esa fuente de información que hace años se desconocía y que provocaba ese
rechazo rotundo a personas con deficiencias mentales. Estamos acostumbrados a
escuchar a personas de mayor edad decir: "Ese es un loco" "No te
juntes con ese que está mal de la cabeza" "Se comporta así para
llamar la atención" y multitud de expresiones que vienen de un
desconocimiento que se tuvo durante muchos años y que ha dejado una huella
horrible como los famosos manicomios, con curas inhumanas y otras atrocidades
que se realizaban debido al desconocimiento. No hace tanto que, por ejemplo, a
las personas con el espectro autista se les etiquetaba como sordos al
desconocer su comportamiento. Por ello, es normal que existan herramientas para
integrar a personas con deficiencias mentales a la sociedad, pero que eso sirva
como parche al gran vacío de información que se produjo durante décadas pero
que pueda conseguir llegar algún día gracias a la educación desde la infancia y
a la re-educación de los adultos a hacer de esta integración un proceso natural
y coherente para todos.
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